viernes, 20 de noviembre de 2009

Pararle la mano a la represión estatal

Policías, gendarmes, prefectos, servicios penitenciarios y vigiladores privados nos mataron 2.826 chicos desde el 10 de diciembre de 1983 hasta ayer. El caso de Rubén Carballo volvió a sacar a la luz algo cotidiano en la vida de los jóvenes. La persecución, amedrentamiento y gatillo fácil es parte cotidiana de los pibes, sobre todo los que vivimos en las barriadas del Gran Buenos Aires.

Desde el 25 de mayo de 2003, día en que asumió K mataron con el gatillo fácil o la tortura, en cárceles, comisarías o institutos de menores, 1.323 chicos. Durante la presidencia de Néstor Kirchner, 928. En los dos años que lleva su esposa, 395.

Hoy estamos inundados de pedidos de seguridad. La derecha, el gobierno y las figuras de la farándula se llenan la boca hablando en contra de los derechos humanos y pidiendo meter bala; la prensa amplifica el discurso y lo hace tapa de diarios. La policía, es la ejecutora de esta supuesta tarea, pero lejos de velar por la seguridad (no olvidemos que toda la institución está involucrada en robos, extorsiones, trafico de drogas, secuestros, etc) el rol de esta institución es mucho mas profundo.

El problema del “órden”, encubre la verdadera esencia de las fuerzas del órden. Mantener por vía de la violencia el actual estado de las cosas. Entiéndase, privilegios para unos pocos, explotación y miseria para la gran mayoría. La ley, la policía y el ejército, son los guardianes de los grandes negocios de los empresarios. No por nada, cada lucha seria, aparece la policía y sus perros. Kraft, Subte, son los ejemplos mas actuales.

Sin embargo, el problema del delito y la descomposición social preocupa a casi todos. Los robos, aún con raíz en este sistema, llegan a ser un verdadero problema también para los pobres y trabajadores. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo terminar con estas instituciones represivas?, que tienen un objetivo claro: mantener los privilegios capitalistas y evitar cuestionamientos, a la vez de amedrentar y mantener asustada a la juventud. Pero a la vez, ¿cómo podemos garantizar la seguridad de los trabajadores y el pueblo?

No hay comentarios.: